Los tics son movimientos involuntarios, bruscos, cortos y repetitivos que pueden ser notorios en niños de 6 a 10 años de edad. Este es considerado como el trastorno más frecuente en la infancia, ya que afecta hasta un 20% de los niños. Suelen aparecer más en los varones que en las hembras, sobre todo en los más tímidos.
Pueden ser causados por factores genéticos, aspectos neurobiológicos o ambientales (por hechos traumáticos). En la mayoría de los casos son pasajeros, sin embargo debes controlar la conducta de tu hijo para ayudarle a reducirlos.
Los tics pueden ser motores o vocales, estos últimos incluyen el tarareo, el gruñido o decir palabras reales en forma de enojo (como comportamiento explosivo).
Los motores pueden desencadenar en el parpadeo del ojo, muecas faciales, aleteo nasal y hasta apertura de la boca. Los tics pueden acelerar su intensidad cuando el niño está en constantes períodos de estrés o ansiedad.
¿Controlar o no los tics de nuestro hijo?
La mayoría de veces, los tics desaparecen antes de llegar a la adolescencia. La mejor recomendación es no alarmar al niño, ya que si insistes en que deje de hacerlo puede angustiarlo y hacer más grande el problema.
No es bueno que los castigues, ya que exageras el problema e inducirás al niño a una situación estresante.
Es importante que analices en qué momentos se produce el tic, al ver que lo hace debes sustituir o eliminar la acción que está realizando y lograr que se entretenga en algún hobby o actividad distinta. Fortalece su autoestima y premialo cuando hace las cosas bien.
Si los tics no desaparecen o permanecen más de un año es mejor que consultes con un especialista este comportamiento.