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7 cosas que aprendí de la muerte de mi mamá y que solo entenderás si has perdido a un ser querido

No tengo muy claro si se puede explicar la intensidad de las emociones que uno siente. La pena que parece infinita, la sensación de desamparo y la soledad profunda que viene de la muerte de una madre.

Anónima

Ahora que se cumple un año más desde ese día, he dejado de contar los momentos en base a mis respiraciones. He vuelto a contarlos primero por minutos, luego por horas y ya cada vez es más fácil hacerlo por días. ¡Sobreviví!.

Y en el proceso aprendí mucho acerca de la sobrevivencia de esto y quiero compartirlo:


1- Aprendí que el mundo no se detiene por mi, el mundo continua a pesar que sientas que tú mundo se detuvo.


2- Aprendí que mis problemas no siempre serán la mayor preocupación de las otras personas, se debe avanzar por si solos. 


3- Aprendí que el amor no conoce fronteras, los que te aman estarán independientemente a distancia en el tiempo y en el espacio.

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4- Aprendí que a pesar de que las personas no se puedan reemplazar uno igual encuentra paz, las cosas pasan por algo debemos de ir hacia adelante y ese trayecto sana todo.


5- Aprendí a estar agradecida por lo que aún tengo, tengo la fortuna de vivir y aprecio mucho más todas las personas que están en mi vida . 


6- Aprendí que la adversidad no es una excusa para darse por vencido


7- Y lo más importante… aprendí que nunca un adiós es un verdadero adiós es un hasta SIEMPRE. 

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La vida nunca me engañó en decirme que mi mamá estaría ahí por siempre.

De hecho, siempre supe que algún día ella partiría, como lo harán todas las personas que conozco. Incluso, como lo haré yo misma algún día…

El día que logré aceptar eso, fue el día que di mi primer paso en el camino hacia la paz. Tengo una certeza tan clara en mi corazón que es inexplicable, mi mama nunca se habrá realmente ido, incluso cuando yo sea viejita y esté cerca de mi propio fin.

Es la única persona que es verdaderamente irreemplazable en mi vida y siempre la traigo dentro de mí, aunque no me de cuenta. Ella sigue viviendo dentro mío, y con eso me basta para sonreír. Entonces, nunca ha sido adiós mamá, es un hasta siempre…

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