“La primera vez que pensé en mi propia boda fue después de graduarme de la escuela de negocios”. Así comienza la carta escrita por una mujer anónima de la que se ha hecho eco la revista Cosmopolitan, en la que confiesa haber estado planificando la boda perfecta durante años pese a no tener siquiera pareja. La mujer asegura que fue consciente de su adicción cuando se vio a sí misma probándose un anillo de 16,000 dólares en Tiffany’s.
“Acababa de cumplir 30, y pensé que debería empezar a pensar sobre el matrimonio. Tenía un novio en ese momento, un chico agradable al que le gustaba mucho pero que no amaba”, confiesa en su carta. Al principio, la organización del evento le pareció “inofensiva”: empezó a guardar vestidos que le gustaban, a crear listas de reproducción con la música de la boda, e incluso a buscar damas de honor.
Pese a acabar con su relación, la mujer siguió con su “hobby”: “El novio no duró, pero mi inclinación por la planificación de la boda sí”. Poco tiempo después conoció a otro hombre, con el que tenía una relación poco sería. Mientras tanto su adicción, que jamás confesó a nadie por vergüenza, crecía: “Durante meses llegué a casa del trabajo, me senté en el sofá y comparé el precio de los platos en varios hoteles”.
Sin aceptar su realidad…
Finalmente, un día se decidió a entrar en la tienda Tiffany’s de la Quinta Avenida, en Nueva York, para probarse los anillos que tantas veces había visto en Internet. Cuando la vendedora de la tienda le dejó sola probándose un modelo de 16,000 dólares, todo cambió: “Miré hacia el mostrador de ventas para ver a numerosas parejas discutiendo el corte y el color, mirándose el uno al otro con amor”. Fue entonces cuando se dio cuenta de la obsesión que había mantenido durante mucho tiempo.
Años después, confiesa haber ido a un terapeuta que le ha ayudado a centrarse en el presente de una relación para no abandonarse a las fantasías. También asegura haber descubierto que usó su obsesión para ocultar sus sentimientos de abandono que sufría desde la infancia pero, sobre todo, la experiencia le sirvió para descubrir qué es lo que realmente importa de esta ceremonia: compartirla con la persona que amas.