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¡Al fin! La ciencia revela por qué nos gustan tanto las papas fritas y el pan

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Si tus ojos brillan cuando te dicen «papas fritas», entonces esta nota es para ti. Si a algo no nos podemos negar es a comernos unas deliciosas papitas fritas, ya sea con la hamburguesa o solas; pero nunca nos faltan.

De hecho, pueda que estas sean de tus snacks o comidas rápidas favoritas. Lo más curioso de todo es que, este tipo de comidas, no nos llenan y menos nos satisfacen. Pareciera que pudiéramos comerlas unas tras otra sin sentir mayor cambio o saciedad.

La ciencia tiene una respuesta super clara ante nuestro cuestionamiento, y es que comer pequeñas raciones de algo no elimina el hambre, sino que activa las partes de nuestro cerebro que gestionan el apetito. «La vista, el olor o el gusto de algo de comida detona la respuesta cefálica de la comida», según explica la doctora Belinda Lennerz, endocrina del hospital infantil de Boston y la Escuela Médica de Harvard.

He aquí la respuesta a todo… Cuando empiezas a comer papas fritas, aunque te hayas propuesto no pasar de 10, no puedes parar y querrás una tras otra. Incluso, te las terminarás y querrás más.

Y no solo nos ocurre con las papitas fritas, si no también ocurre lo mismo con el pan y también con el queso.

Un estudio publicado en The Journal of Nutrition explicó recientemente por qué no puedes soltar la bolsa de chips: la sal.

En la investigación, sometieron a un amplio grupo de personas a la misma dieta que solo tenía diferencias en la cantidad de sal. Llegaron a la conclusión de que la sal incita a la gente a ingerir un 11% más de comida y calorías.

Incluso aquellas personas sensibles al sabor de la grasa, afortunadas que así logran comer menos alimentos altos en grasa, cuando se enfrentaban a comidas con más sal tomaban la misma cantidad que todo el mundo. Es decir, la sal es ese sabor al que no podemos resistirnos y que incluso crea cierta adicción, aunque sea momentánea.

Por otro lado, también los dulces resultan ser comidas que nos promueven a comer más y más…

El tálamo y el hipotálamo se mantiene activos después de ingerir dulces, y por eso una galleta o un bollito a media mañana o media tarde sólo conseguirá que tengas más hambre.

Ahora que ya lo sabes, busca comidas que de verdad te satisfagan y sacien tu hambre voraz.

 

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