El Apego es una vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular. Se desarrolla y consolida entre dos individuos, por medio de sus interacciones recíprocas, y cuyo objetivo inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza. Esto proporciona seguridad, consuelo y protección.
Por Abigail Ortega
No se trata de un sentimiento inmaterial, sino de conductas observables que comienzan de manera refleja. John Bowlby (1907–1990) fue el primer psicólogo en desarrollar una «Teoría del apego«.
Empecemos reconociendo su significado
El apego, es aquel vínculo afectivo que se establece con un cuidador principal como la madre y el padre o el cuidador (Abuelos, nanas u otros) y que prevalece por encima de otras necesidades biológicas.
Aunque desarrollaremos apego hacia diferentes figuras a lo largo de nuestra vida, el que más cuenta y el principal es aquel que se establece entre madre (o sustituto) e hijo.
El apego se entiende como un vínculo con un lazo afectivo muy fuerte que determinará el desarrollo posterior de la personalidad del niño. Su forma de relacionarse con los demás y con todo lo que le rodea. También influirá en cómo se ve así mismo.
Desde la parte emocional, surge cuando se está seguro de que la otra persona estará ahí incondicionalmente. Esto facilita que aparezcan la empatía, la comunicación emocional y hasta el amor entre estas personas.
Los meses más importantes para tu bebé
El 90% del cerebro se desarrolla en los tres primeros años, será en los primeros dieciocho meses donde la parte emocional del mismo empiece a forjarse de tal manera que se quede instaurada para el resto de su vida.
Una vez cubiertas las necesidades físicas del bebé, como ser indefenso que necesita de un adulto para sobrevivir, lo que importa es la vinculación emocional, el llamado APEGO EMOCIONAL. De él dependerá la manera en que se valore o relacione con los demás en su etapa adulta.
Cito a Carlos González, extraído del libro “Creciendo juntos de la infancia a la adolescencia con cariño y respeto.” Pag 47/48
Existen diferentes tipos de apego:
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Apego Seguro: El niño sabe que habitualmente sus padres le aceptarán y consolarán cuando llore o tenga cualquier dificultad desarrolla un apego seguro. En presencia de la madre tiene suficiente confianza para gatear, caminar, explorar; sin perder a su madre de vista. Puede alejarse porque sabe que siempre podrá volver. Cuando se va su madre, se asusta y llora; cuando su madre vuelve, corre hacia ella y pide brazos, pero rápidamente se vuelve a tranquilizar y sigue jugando y explorando.
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Apego evasivo o evitante: El niño que se ve habitualmente rechazado aprende a evitar nuevos rechazos mediante la desesperada estrategia de dejar de pedir, y así no le podrán negar. Puede parecer falsamente seguro o independiente, porque no pide brazos ni consuelo. Parece no importarle si sus padres están o no están, juega y explora solo sin vigilar a su madre, llora poco cuando se queda solo pero no busca a su madre, incluso la evita cuando esta vuelve.
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Apego resistente o ambivalente: Cuando la respuesta de los padres es inconsistente, cuando unas veces le atienden amorosamente y otras veces le rechazan o le ignoran. El niño puede recurrir a pedir atención continuamente y estas algunas veces le funcionará. Se pega a la madre, exige atención constante; cuando la madre está presente, apenas se separa de ella; si la madre se va, llora completamente desesperado. Cuando vuelve, puede pegarse a ella y tardar muchísimo en tranquilizarse y a ratos puede rechazarla. Este apego desarrolla el niño para sacar el máximo partido de una situación que no es la óptima. Pero en los casos más graves, el niño es simplemente incapaz de usar una estrategia, y se produce el apego desorganizado. Muchos de estos niños han sufrido abusos y maltratos, o son hijos de padres que a su vez sufrieron abusos.
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El apego inseguro: Puede llevar a problemas psiquiátricos en la vida adulta. Se da entre un 5 y un 10% de los bebés. Es una combinación de los patrones de apego resistente y apego evasivo. El bebé puede mostrarse confuso permaneciendo inmóvil o acercarse para luego alejarse de forma abrupta a medida que la figura de apego se aproxima.
(Por supuesto, las descripciones anteriores se refieren a niños pequeños, que gatean y empiezan a andar. Es completamente normal que uno de cuatro meses no se separe nunca de usted, y es completamente normal que uno de cinco años no llore cuando se separa de usted).
¿Sano o perjudicial?
Desde mi punto de vista profesional y como madre es un aspecto SANO y muy importante en la relación de nuestros hijos hacia nosotros, desde los primeros años de vida los cuales son cruciales para su desarrollo cognitivo conductual mas que nada es justo y necesario sentir ese sentimiento de apego para nuestros niños.
A nivel personal en estos momentos tengo la totalidad en tiempo para estar a cargo de los cuidados de mi hija y a su corta edad a desarrollado muchas habilidades emocionales y cognitivas a su favor que la hacen aparentar una niña de más edad. Incluso, en casa desde que cumplió un mes de edad establecimos colecho con ella, en la misma habitación, en la misma cama y nos ha resultado mucho, tanto para mí como madre y para ella ya que nos a favorecido ,mucho en tema de descanso y seguridad.
Es muy importante destacar que el APEGO se verá influenciado por muchos factores a parte de la simple interacción entre madre e hijo (que es el factor o figura primaria principal). Por ejemplo, las características de la madre (su personalidad, experiencias vitales u otros) influirán en como ella trate a su hijo, pero el temperamento del niño (si es un niño fácil o difícil, si llora mucho o poco, si tiene problemas para alimentarse, si no duerme, en fin) afectarán también, no solo a como el niño reaccione a la madre, sino que la conducta de la madre será condicionada por este tipo de temperamento. Es más probable que haya problemas de apego o conductas más distantes ante niños con un temperamento difícil.
Debemos recordar que el temperamento no es lo mismo que la personalidad (aunque estén muy asociados) ya que el temperamento es de base biológica y se da ya al nacer.
Por último, comentar que el apego se asocia a hormonas como la oxitocina, que el apego entre un bebé y su padre puede ser tan fuerte como el que se da ante una madre y que como ya hemos visto, de nosotros va a depender el como nuestro hijo vea el mundo cuando crezca y como se relacione con él.
Puede que pensemos que cuando son pequeños no entienden lo que ocurre a su alrededor, pero lo cierto es que todo lo que hagamos en la crianza de un hijo (lo entienda o no el niño) va a afectar a su futuro y a su desarrollo.
Debemos ser afectuosos y cálidos, comprensivos y cercanos, calmados y alegres si queremos que el niño desarrolle un apego seguro que le permita relacionarse fácilmente con su entorno social cuando crezca. A medida que se hacen mayores es importante combinar todo esto con unas rutinas diarias, con unas normas y límites establecidos y no caer en el error de la sobreprotección que tiene también efectos muy negativos sobre la autoestima, autonomía y confianza del hijo.
Un dato a tener en cuenta:
El mantener un apego emocional con el niño no quiere decir que hay que hacer lo que ellos quieran. Hay que establecer límites educacionales donde desde la base del amor entienda que tenemos en cuenta sus emociones, independientemente de que debamos corregir algunos de sus actos.
¿Qué conseguimos estableciendo el apego emocional?
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Tienden a ser más seguros, experimenten placer y bienestar
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Demuestran cercanía en su relación con los demás
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Desarrollan la empatía intentando entender las emociones del otro.
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Reducen sus niveles de competitividad y agresividad.
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Aprenden a valorarse por lo que son y no por lo que tienen.
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Se muestran más comprensivos con sus padres, aunque éstos pasen por momentos difíciles y tensionales.
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