Una mascota puede convertirse en un miembro más de tú familia, en mi caso mi perrito de tan solo 2 meses, llegó a completar nuestra pequeña familia de 3. Él llegó a casa cuando estábamos recién casados con mi esposo. No teníamos ni idea de lo pronto que se convertiría en el pequeñín de nuestro hogar, lleno de energía, travesuras y encantos.
El gran amigo
Años más tarde, Kody, el protagonista de esta historia, se sintió muy bien acompañado por 3 compañeros de juego , mis hijos. Esa maravillosa relación estaba llena de juegos y diversión, mis hijos desarrollaron un sentimiento de afecto muy grande hacia él. Descubrieron el amor, compasión y cuidados que debes tener para una mascota.
Simplemente era su gran amigo de 4 patas, ese amigo que siempre estaba a su lado de manera incondicional, ese con la mirada tierna y juguetona dispuesto a darnos cariño en todo momento. Ese cariño y lealtad era mutuo.
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Ellos también envejecen
Un día a Kody, ya con varios años encima, se le acabó la energía, ya no corría tras la pelota, prefería más sus hora de siesta; que la horas de juego y paseos, éstos cada vez se hacían mas cortos.
El sentimiento de protección que siempre tuvimos de parte de él, ahora era más de nuestra parte, pues comenzaba a depender más de nosotros. Verlo envejecer fue duro. Una de las tristes realidades de tener una mascota en la familia es, como en todo ciclo de vida, que ellos también envejecen y al hacerse mayores, necesitarán un poco más de atención. No obstante, con nuestro cariño y cuidados pueden llevar una vida agradable y llena de amor en sus últimos años.
El momento de despedirnos
Llegó el día menos esperado para toda mi familia, Kody, a sus 14 años ya no pudo sacar mas energías y esta vez cerró sus ojitos, no para hacer una de sus acostumbradas siestas, sino para no despertar nunca más.
Nos llenamos de tristeza, fueron tantos años juntos, tantas anécdotas y experiencias. Esta fue la primera experiencia de mis hijos de perder a un ser querido. Realmente estábamos viviendo un duelo, ya que duelo significa dolor y que es justamente aquello que sentimos cuando perdemos algo que es valioso para nosotros. En este caso nuestra mascota. Mis tres hijos cuando esto sucedió , tenían entre 8 y 10 años, y decidimos,hablarles con claridad, y lo mas real posible para no confundirlos.
Creo que los niños asumen mejor estas experiencias cuando se les dan explicaciones sinceras y adaptadas a su nivel de comprensión. Debemos también permitirles expresar su dolor. Los siguientes días fueron tristes, llenos de recuerdos , y comentarlos ayudó mucho a los niños a irlo superando.
Meses después
Para resumir como mis hijos ven esa experiencia con nuestra mascota, copio un pequeño texto con palabras de ellos.
» Cuando tu mascota se muere todo va a estar bien, siempre lo vas a tener en tu corazón, mi perro estuvo a mi lado desde que nací y siempre lo voy a recordar»
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