“En la historia de toda persona hay devenires, el arte es comprender lo que sucede y la forma de abordarlo; siempre en favor del bienestar emocional y relacional”
Por: Ildaura Rolón Garrido – @se_arcoiris
Pensar en la persistencia del espíritu es acercarnos a disfrutar la transformación del mismo en la fortaleza que sostiene la armonía de los sentimientos más profundos de la persona.
Es verdad que por momentos podemos vivir en estados emocionales desconcertados por la incertidumbre u otro tipo de situaciones que nos tocan o trastocan. Sin embargo, sabiendo que en el día a día no se pierde la piel ni con los dolores, ni las tristezas, es que nos vamos construyendo o reconstruyendo instante a instante y; entre suspiros y sorpresas podemos llegar a descubrir que también se templa el alma.
El gran tema es reconocer que hay movimientos que estimulan las razones para vivir; dan paso a la nobleza de los actos, la ética en el actuar. La persistencia del espíritu nos moviliza, nos invita a confiar en las potencialidades personales; nos alienta a gozar con plenitud de la existencia, a creer en la grandeza del mundo interno y comprender que la vida se transita y que cada quien elige la forma de hacerlo. Somos artífices de nuestra propia historia, de nuestros sentires, de nuestra propia trascendencia.
Es por eso que es significativo el movimiento del espíritu que se va revistiendo de autonomía, de autenticidad, de valor, de presencia y del reconocimiento de nuestras propias riquezas: los recursos propios del ser, actuar, pensar, sentir, del existir. Cualidades internas que pueden estar llenas de gracia y luz. Es cierto que podemos tener experiencias adversas; aquí lo central es optar por una mirada llena de gentileza que nos permita reconocer lo que existe más allá de la sombra, que podemos asomarnos a la ventana y encontrar soles espléndidos. Esa es la belleza interna; el brillo interno transformado en tesoros que acrecientan las oportunidades de afrontamiento de la vida.
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Es con la persistencia del espíritu que podemos estar presentes; tener creatividad, alegría, compasión, empatía y buscar siempre la armonía. La persistencia del espíritu tiene que ver con esa forma de fluir en la vida a pesar de lo que en el camino se encuentre. Es un estar, un ir estando; un ir edificando rumbos en un proyecto de vida propio e incluyente de aquellas personas con quien se convive y comparte el andar; con seres humanos que impregnan de lo mejor de su propio Ser, que nutren, que acompañan a crecer, son quienes contienen en los momentos de mayor dolor, que promueven diálogos que nutren las diferentes dimensiones de la persona; que simplemente están ahí como estrellas capturadas en el alma y que iluminan de forma discreta y cobijan con tibieza. Son quienes alientan de manera generosa la armonía de los sentires más íntimos.
Nuestra responsabilidad como seres humanos es construir senderos llenos de esperanza, impregnados de valores; de virtudes que nos guíen hacia la plenitud; que guíen la bondad del corazón donde la consciencia, la reflexión, los diálogos, las escuchas sean parte de lo cotidiano promoviendo lo saludable a pesar de las contradicciones de la vida.
Al final, es así que la persistencia del espíritu se transforma en la fortaleza para estar en armonía desde los sentires más profundos mientras vamos viviendo la vida.
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