“No hay tal cosa como un padre perfecto. Así que solo sé uno real.”
Sue Atkins
Hace dos años que me convertí en madre, los mismo dos años en que me di cuenta que cambie mis carteras hermosas, de diferentes colores, de semblantes elegantes por dos o tres mochilas.
Por Estefany Castillo- @emabelc
Pequeñas, grandes, básicas, en ellas llevo siempre lo mismo: mi Wallet, celulares, las llaves y mi kit de supervivencia: pañales, toallitas húmedas, crema, cambio de ropa, sanacks dulces y salados.
Me he puesto a pensar que el verdadero momento cuando te conviertes en madre es cuando guardas todas esas lindas carteras y empiezas a llenar mochilas con todos esos “por si acaso” (se hace popis, vomita, tiene hambre, hace frío, hace calor…) para eso hay que tener mucho talento.
También hay que tener talento para acomodarse a los cambios, desde mi adolescencia he intentado cambiar cosas de mí ya sea porque no me gustan otras porque el ámbito social y familiar casi que me lo exige. El caso es que aunque me resista ¡la propia vida me ha cambiado! Y he llegado a la conclusión de que no puedes vivir sin cambiar.
La maternidad, es la manifestación mas brutal del cambio, es un “todo lo que nunca pensaste que harías”. Sin embargo, ahí estas dándolo todo para crear una mejor versión de ti misma, esta versión tiene nuevas prioridades, otros temas de conversación, muchas inquietudes y hasta nuevas amistades. Te encuentras con un nuevo físico, devorado por unas ojeras que parecen no terminar y un ombligo que no ha vuelto a su sitio.
Ahora en el mismo armario te cabe todo tipo de ropa, te das cuenta que ya no eres tan fashion, lo ves incluso en los muebles del baño en donde en vez de maquillaje hay cremas para la pañalitis.
No siempre es fácil, aceptar los cambios, vivirlos y hacerlos tuyos, intentas vivir como piensas, ajustándote a esa proyección de lo que quieres ser, pero cada 5 minutos cambias, te conviertes en un ser al que le cuesta elegir por pensar una y mil veces en ese/esos seres que llegaron para quedarse, que te divierten con sus sonrisitas, que cada día hacen algo nuevo con sus manitos y sus pies, que mientras pasan los meses sus sonidos se vuelven cada vez más claros y se convierten en palabras y hacer que vivas esa metamorfosis, esa que se manifiesta en el paso de unos tacones a zapatillas, de vestidos espectaculares a unos con los que puedas amamantar, son los mismo cambios aunque parezcan simples como el de una cartera a una mochila.
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