«La maternidad es un regalo maravilloso. Es experimentar el amor que no tiene principio ni fin. Es entregarte por completo y jamás esperar algo a cambio. Es toda esta mezcla de sentimientos acompañado de sombras, dudas, tristeza y los más profundos miedos.”
Por Estéfani Castillo
Aproximadamente en septiembre 2017 nos habíamos relajado, ya que Alaia tenía 7 meses, mi primera hija. Yo podía seguir siendo la mujer, pude sentirme realizada profesionalmente y estaba tomando mi ritmo.
Podía decir a voces las cosas que no me gustaban de la maternidad, lactancia, vida nueva y podía disfrutar de esos momentos de mala madre.
Justo en ese momento de mi vida, me entero que estoy embarazada por segunda vez. Fue una mezcla de sentimientos y la alegría no estaba en ese tazón.
Anteriormente, mi esposo y yo habíamos hablado del tema pero yo estaba segura de no querer un segundo embarazo, de hecho cuando esto ocurrió me estaba cuidando.
Hormonalmente me sentía desecha. A esas hormonas revolucionadas del propio embarazo con el segundo hijo tienes que sumarle algo que muchas hemos vivido y que a muchas nos machacó: La culpa.
Un sentimiento de culpabilidad que suma más lágrimas todavía a las lágrimas hormonales.
Sentir que descuidas al mayor, que no te estás ocupando bien del bebé, que no llegas a nada… Pensar que acabas de destronar a tu propio hijo, que no serás capaz de cuidarlas, pensar que quizá tu amor ahora se divide entre dos, tener miedo a hacer diferencias o a que tu mayor te deje de querer…Qué mala es la culpa. Tan mala como absurda en la maternidad.
Estas sensaciones duraron aproximadamente tres meses, todo pasó de una forma natural y pacífica, al ver mi cuerpo cambiar y mirar a mi pequeña Alaia sonreír. Vi a Mia Daniella, cómo se llamará la bebé, a su lado y lloré de la emoción. Descubrí que puedo ser capaz de todo y que el amor se multiplica de una forma hermosa.
Ahora tengo 29 semanas de embarazo, mi pequeña tiene 1 año y estamos muy conectados. Incluso, ella me abraza la barriga. La primera vez que lo hizo fue una señal del cielo saber que todo estaba bien, y las cosas que ocurren no son accidentes que todo tiene un propósito y un nuevo nacimiento lo es.
En estos momentos estoy disfrutando este tiempo en donde Mia Daniella y yo podemos ser solo una. Estoy viviendo un día a la vez y me deshice de los miedos. Solo tengo tiempo de ser feliz y disfrutar de esta etapa única e irrepetible llamada embarazo.
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