En pleno siglo 21 y ya casi por terminar, la palabra estrés es un vocablo introducido ya en nuestras vidas hasta en la edad gestacional. Así que nada tiene que extrañarnos que hablemos de bebés y niños estresados.
Es imposible un estado de tranquilidad o felicidad perfecta, es imposible vivir sin estrés. El ser humano se encuentra constantemente en un proceso de adaptación y cambio a las exigencias diarias y a las necesidades propias de desarrollo y adaptación.
Pues en los niños pasa igual, son vulnerables al ambiente y tienen necesidad de desarrollo. Por lo que de manera natural desde muy pequeños siempre estuvimos sometidos a una dosis de estrés. Porque es importante resaltar que un niño con estimulación insuficiente, al igual que la exagerada, pueden ser perjudiciales para el desarrollo adecuado de su cerebro.
Los niños, deben tener la oportunidad de encontrar y resolver de manera eficaz los problemas específicos de cada etapa de su desarrollo, esto les deja construir, una personalidad estable y madura.
Cuando aparecen conductas o cambios orgánicos importantes en un niño, es posible que esté reaccionando al estrés y por ende se desbordan su capacidad de respuesta, y es allí donde aparece en las manifestaciones visibles.
Las causas pueden ser miles:
Relaciones familiares alteradas, carga educativa, escaso tiempo libre y de juego, problemas de salud, entre otros. Todos juntos o separados, pueden incidir en los niveles de ansiedad y agotamiento de nuestros niños.
Ítalo Maione, especialista en mindfulness, indica que «cada vez hay más niños con problemas de estrés derivados de horarios imposibles en los que los padres se ven desbordados y ellos, a pesar de su corta edad, también sufren estas consecuencias».
A continuación, conoceremos algunos indicadores de estrés infantil:
Manifestaciones físicas: corresponden a los síntomas que se generan en el cuerpo, tales como:
- Somnolencia, mayor necesidad de dormir
- Cansancio y fatiga
- Dolores de cabeza, estómago y espalda
- Bruxismo (tensión de mandíbulas)
- Taquicardia o palpitaciones fuertes
- Aumento o disminución del apetito
- Insomnio o pesadillas
Manifestaciones psicológicas y emocionales:
- Inquietud e hiperactividad
- Tristeza y ganas de llorar frecuente
- Ansiedad constante
- Dificultades para concentrarse
- Irritabilidad
- Miedo
- Poca motivación para ir al colegio
- Mala conducta
- Peleas frecuentes
- Necesidad de estar solo
Es muy importante que como padre este super pendiente, al igual que el adulto los niños requieren apoyo y ayuda para canalizar el estrés, préstale atención y dale el apoyo que necesita.