El Mundial de Qatar fue sin dudas el evento deportivo más esperado de los últimos cuatro años y nadie se lo quiso perder. Las imágenes hablaron por si solas y dieron cuenta de cómo la hinchada argentina “copó la parada”. Pero, no solo están aquellos que viajaron para alentar a “la Scaloneta”, sino también quienes fueron a trabajar. Este fue el caso de Zoe Rojas, una joven de 24 años oriunda de Chaco que decidió aventurarse y vivir una experiencia laboral en el país del momento. En diálogo con LA NACION compartió sus vivencias y reveló por qué planea quedarse un tiempo más en Medio Oriente.
Antes de que comenzara la Copa del Mundo, se abrieron convocatorias para ir a trabajar al país que sería sede. Por ese entonces, Zoe buscaba un cambio en su vida, por ejemplo, vivir una experiencia afuera de la Argentina. Casi de casualidad, a fines de 2021 se enteró de que una chica de su provincia se fue a vivir y a trabajar a Qatar y este fue el puntapié que le permitió armar un plan a futuro.
“Me llamó la atención porque nunca lo había escuchado. Empecé a preguntar y me comentaron que, en este caso, si uno de los hoteles te seleccionaba para que trabajaras con ellos, te cubrían comida y estadía”, le contó a LA NACION. Esto fue lo primero que supo y a partir de ahí se comunicó con una agencia argentina que organizaba las contrataciones. La aventura recién comenzaba.
“Apliqué en febrero y en marzo tuve la entrevista. Ese mismo día me avisaron que quedé preseleccionada para que me entrevistara el hotel. Terminamos comunicándonos recién a fines de abril y, en teoría, si me tomaban tenía que viajar en mayo. Al final me contrataron y viajé el 29 de junio. Fue un proceso largo, pero a la vez corto. En la preselección éramos alrededor de 80 y viajamos 15″, destacó.
Pero, ¿cuál era el requisito para viajar? Según indicó Rojas, “principalmente el inglés”. Este conocimiento influía en las posibilidades de conseguir un puesto. Si bien dependía de qué buscara el hotel en ese momento, reconoció que era muy importante entender y saber el idioma. Como ella lo estudió desde chica, le dieron el puesto al que apuntaba: moza.
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De la Argentina a Qatar
El 30 de junio Zoe llegó a Medio Oriente. A partir de ese momento, su lugar de trabajo es un hotel que se construyó para el Mundial. Desde que aterrizó hasta que se abrieron las puertas para los turistas a mediados de octubre, le tocó hacer actividades de entrenamiento y esperar a que se sumaran nuevos grupos, ya que el suyo fue el primero.
Una de las cuestiones que más le interesaron de la propuesta laboral fue que, además de vivir el Mundial, le ofrecían hospedaje y varios beneficios más.
“Vivo en un complejo de departamentos. Son varios con planta baja y primer piso, donde entramos entre 10 y 11 personas. Dependiendo del puesto, compartís o no habitación”, explicó y agregó: “Nuestra zona es bastante linda, estamos cerca del supermercado, de los restaurantes y tenemos buses que nos llevan al trabajo”.
Asimismo, mencionó que, además del hospedaje, la contratación incluyó “el pasaje, la visa por tres meses, sacar la residencia y la comida”. En cuanto a los sueldos, comentó que varían entre los 500 y 900 dólares mensuales, ya que esto depende del puesto que se tenga. A eso se les suman las propinas que reciben y las horas extras que les pagan.
La experiencia de trabajar en el país sede del Mundial
“La mayoría vinimos principalmente por el Mundial. A mí me ayudó mucho tener referencias antes de viajar. Había muchos prejuicios y, si bien hay cosas que son verdad, hay otras que no”, indicó. A su vez, mencionó que los recibieron muy bien. “Acá decís ‘Argentina’ y todo el mundo dice ‘Messi’”, describió entre risas.
Por otra parte, reveló que una de las cosas que más le llamaron la atención cuando llegó fueron las construcciones. Incluso el hotel en el que trabaja hoy, aún no estaba listo seis meses atrás: “Pensábamos que no llegaban y de un día para el otro terminaron las calles y los edificios. Fue todo muy rápido”.
Si bien atraviesa una gran experiencia, reconoció que el último mes en Qatar fue intenso, principalmente porque, como el alcohol es ilegal, solo puede consumirse en los hoteles. Como a ella le toca el turno noche, que generalmente completaba a las dos de la mañana, estas semanas el horario se extendió.
Más allá de todo, no se cansa de destacar la importancia de las personas que comparten con ella este viaje: “Mi grupo fue el primero que llegó. Éramos ocho y nos conocimos en Ezeiza antes de subir al avión. Hoy los argentinos somos un montón; nos acompañamos y apoyamos y eso nos ayudó mucho”. Como ejemplo, describió: “Estoy del otro lado del mundo, pero siento que sigo estando en una parte de la Argentina. Vuelvo a la noche tarde, tomo mates con ellos y me siento cerca de casa”.