Isabel II ha vuelto. Contra todo pronóstico, la soberana británica de 95 años ha recibido en una audiencia celebrada este miércoles en el Castillo de Windsor a Nick Carter; jefe del Estado Mayor de la Defensa.
Es la primera vez que se la ve en público después de que el domingo tuviera que ausentarse en el último momento de los actos en el Cenotafio de Londres con motivo del Día del Recuerdo.
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Los médicos le recomendaron no acudir a la cita por una lesión en su espalda y dado que tendría que permanecer bastante tiempo de pie; sin embargo, parece que ya se encuentra mucho mejor y ha acudido a la reunión con muy buen aspecto.
En esta aparición lleva un vestido floral verde, naranja y blanco con un collar de perlas. La audiencia militar tuvo lugar en la Oak Room donde ambos estrecharon sus manos mientras charlaban. La monarca dijo sentirse «bastante triste» al enterarse que el general abandonaba el cargo a lo que este respondió que llevaba ya «mucho tiempo».
Esta es la primera recepción a la que acude en persona desde la cumbre con líderes mundiales que tuvo lugar el pasado 19 de octubre y a la que asistió Bill Gates. Tampoco pudo acudir este martes a la asamblea nacional de la Iglesia de Inglaterra; la primera vez que falta en sus 69 años de reinado.
Fue su hijo menor, el príncipe Eduardo, el que leyó un discurso en su nombre. «Ninguno de nosotros puede ralentizar el paso del tiempo y, aunque a menudo nos centramos en todo lo que ha cambiado a lo largo de los años; muchas cosas permanecen sin cambios, incluido el Evangelio de Cristo y sus enseñanzas».
Tras su ausencia de última hora en el Domingo del Recuerdo, se esperaba que participara en citas de manera virtual, como ha hecho en alguna otra ocasión desde que el pasado 20 de octubre pasara la noche en el hospital; por eso ha sorprendido tanto verla de pie.
Dada su avanzada edad, 95 años, la recuperación de un esguince en su espalda podría demorarse hasta varios meses; pero parece que la Reina ya se encuentra mucho mejor y es capaz de aguantar sin ayuda y sin tener que sentarse. En los últimas semanas, la preocupación por la monarca ha ido aumentando debido a su longevidad y a sus achaques y al hecho de que no ha participado de algunos compromisos ineludibles de su agenda. El primer compromiso que canceló, muy a su pesar; fue un viaje a Irlanda del Norte. Después faltó a la cumbre sobre el cambio climático Cop26 de Glasgow.
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Hasta ahora, la reina Isabel II no ha dado ningún síntoma de agotamiento, pero ya se han adoptado algunas medidas. Así, no acudirá a ningún acto oficial sola, estará acompañada por algún miembro de la Familia Real para que en caso de indisposición no se tenga que cancelar.
La agenda de Isabel II es tan variada como extensa e incluye desde giras por el Reino Unido, pasando por audiencias, inauguraciones o investiduras en las que tiene que empuñar la pesada espada ceremonial de su padre, Jorge VI, para nombrar caballeros. Unas funciones que exigen estar mucho tiempo de pie.