Es justo empezar por el plano estético, por la moda pura y dura. Después de ver los distintos desfiles de primavera-verano 2019, quedó muy, pero que muy claro que cualquier adorno que estuviese asociado a la feminidad tradicional y, más allá, a cierto exceso romántico, era más que bienvenido: como si se tratase de una particular fiesta en el jardín, lo idílico se hizo fuerte en diferentes aplicaciones y acabados entre los que sobresalían, con permiso de volantes, fruncidos y tules, las lazadas. ¿Que de qué tipo? De todas las que las celebrities han lucido en los Globos de Oro, porque ellas son quienes (con permiso de los estilismos de pasarela) han empezado a escribir su manual de uso.
Aunque la de Penélope Cruz es tan práctica que algunos la calificarían de prosaica (aunque ni mucho menos lo es), ejemplifica el primer grupo de lazos: los que se encuentran en la espalda. En un tamaño mucho más pequeño e incluso armado han sido los del vestido de Armani Privé de Dakota Fanning, que se hacen eco de un aire de inocencia del que el primero adolece; mientras que el de Julianne Moore es el penúltimo homenaje a aquel gigantesco lazo rosa de Yves Saint Laurent. Más comedido, más arquitectónico, si se prefiere, pero coronando uno de los vestidos níveos más comentados de la noche.
En un giro, las lazadas han rematado cinturas a modo de complemento y división visual de los estilismos. Heidi Klum y Kaley Cuoco sintetizan el toque casi do it yourself de utilizar un lazo (de terciopelo negro en ambos casos) como cinturón, pero también el material y el color favoritos de la noche. Sí, el mismo que Nicole Kidman ha arrancado de la tela para colocárselo directamente en el pelo para rematar un recogido relajado.
Esas dos condiciones, oscuridad y textura, son las que cumplen el de Alison Brie, actriz nominada por su papel en Glow en la categoría de Mejor actriz de comedia o musical. El Vera Wang celeste con top de pedrería parece no necesitar nada más para tener el suficiente peso visual, pero ahí está el lazo, descansando en el hombro izquierdo. En el derecho en cambio estaba el de Danai Gurira, que en un irreverente naranja daba paso a una capa.
De nuevo en negro, tampoco podía faltar la lazada por excelencia, que es la que corona el cuello y cae por el escote debido, normalmente, a su tamaño. Charlize Theron ha sido la encargada de encarnar esta declinación, y es en ella donde hay que realizar el cambio de rumbo. No es el único lazo que ha lucido: hay otro en su muñeca, uno rotundamente negro con las letras Time’s Up en él. Es discreto, y casi puede pasar desapercibido entre las joyas, pero ahí está, igual que ha aparecido en las manos y muñecas de varias actrices, Claire Foy (ella en lavanda) incluida.
Los Globos de Oro 2018 fueron los Globos de Oro del luto, esos en los que nadie quiso callarse ni mirar para otro lado. El photocall cayó en un sonoro silencio roto por los discursos; la uniformidad era necesaria. Y aunque a esa gala le siguieron muchas otras en las que los códigos de vestimenta fueron menos estrictos, un aniversario es un aniversario, y es el momento decisivo para recuperar una ilusión que se quitó necesariamente de cuajo.
No es extraño que haya un guiño, una señal de que aunque estilistas y celebridades quieran mirar al futuro de manera optimista, no olvidan. No puede olvidarse. Y quizás los lazos que no hacen referencia al movimiento que sacudió Hollywood y medio mundo no tengan el mismo significado, pero es inevitable establecer una conexión entre ese maremoto y la recuperación de los códigos femeninos con el objetivo de recubrirlos de una capa de poder antes inexistente.