Hablamos con los expertos para descubrir por qué las parejas terminan siempre por parecerse y si es peligroso este comportamiento. ¿Te has fijado en que desde que salen juntos, Travis Barker y Kourtney Kardashian se visten iguales y se comportan de forma idéntica? No son los únicos, pues Megan Fox y Machine Gun Kelly, así como Chrishell Stause, (la archienemiga de la villana del reality ‘Selling Sunset’), con G Flip, han terminado por mimetizarse. A este fenómeno se lo conoce como ‘mirroring’, y la psiquiatra Mimi Winsberg explica en el libro ‘Speaking In Thumbs’ que todos nos copiamos de forma inconsciente. “Emulamos el lenguaje corporal en las reuniones de trabajo y en las primeras citas, y la gente que tiende a ser buena comunicadora suele hacerlo aún más. Este fenómeno ayuda a la gente a sentirse más segura, por lo que reduce los mecanismos defensivos y los sentimientos que ocultamos. También significa que alguien nos atrae. Nuestros cerebros experimentan un subidón de dopamina”, explica.
«En distintos momentos de nuestra vida aparecen figuras que vamos a idealizar»
El Equipo de Contenido de TherapyChat, liderado por María Mavji, psicóloga sanitaria y ‘Head of Operations’ de la compañía, explica que esta conducta es de lo más habitual. “Una forma ancestral por la que adquirimos nuevos conocimientos, incluso menos costosa que el famoso ensayo y error, sucede a través del mecanismo de imitación. En distintos momentos de nuestra vida aparecen figuras que vamos a idealizar, por los motivos que sean. De esa manera, en nuestra cabeza, transformamos a esas personas en modelos a seguir para aquellos ámbitos en los que creemos que merece la pena imitar. Nos sucede cuando somos pequeñas, que tendemos a idealizar a nuestros padres, también nos pasa con algunas de nuestras amistades, incluso con los ‘influencers’ y sí, también nos ocurre con nuestra pareja. Así es cómo terminamos adoptando como nuestros determinados gestos, vestimenta, gustos y hasta formas de ver el mundo”, explican.
¿Es el ‘mirroring’ tóxico?
Sin embargo, nos preguntamos si el ‘mirroring’ es una señal de admiración mutua o si puede esconder un revés tóxico y oscuro. “En los vínculos amorosos es el propio estado de enamoramiento el que favorece que concentremos nuestra atención en todo aquello que hace, dice o siente nuestra pareja. La admiración es un buen pegamento, afirman los especialistas en el tema. Pero hay que tener cuidado, porque muchas veces es fácil pasar de la admiración normal propia de esta etapa a la adulación o la contemplación. El momento en el que se descuidan las necesidades particulares de uno de los implicados en la relación amorosa, es el momento de parar y tomarse el trabajo de analizar sobre lo que está sucediendo. Desatender deliberadamente los deseos de nuestra pareja solo puede dar lugar a relaciones emocionalmente inmaduras y, por tanto, tóxicas. Es importante que tengas presente que, de la misma manera que tú admiras ciertos aspectos de tu pareja, ella también te admirará a ti. Quién sabe: Quizá esa sea una de las explicaciones sobre por qué disfrutan del tiempo juntos ¿no?”, indica María Mavji.
Pero entonces… ¿Es o no peligroso dejarnos «fagocitar» por el estilo/conducta de nuestra pareja? Silvia Congost, psicóloga experta en autoestima, dependencia emocional y conflictos de pareja, no lo cree. “Siempre que lo hagamos de forma consciente, eligiéndolo sabiendo que ese cambio no anula nuestra personalidad sino que la mejora y potencia, que nos ayuda a crecer o brillar aún más. Si lo identificamos como algo bueno para nosotros, no es negativo. Pero tiene que ser un cambio o ajuste muy natural y progresivo y que fortalezca la autoestima de quien más se moldea. Nunca lo contrario. Si uno siente que ha dejado de ser quien es y al mirarse al espejo ya no se reconoce, esa relación acabará teniendo mal pronóstico”, comenta.
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«Ceder hasta el punto de dejarse la esencia en una relación no es el patrón saludable a seguir»
Es en este punto en el que el equipo de TherapyChat nos ayuda a comprender este lado oscuro del ‘mirroring’. “Cuando la satisfacción de las necesidades de uno de los miembros de la relación se prioriza sobre las de la otra persona, al tiempo que se ha perdido el sentido de la identidad en alguno de ellos, en esos casos podríamos estar hablando de fagocitosis y, por definición, de un tipo de vínculo predominantemente tóxico. Básicamente se trata de la diferencia entre ceder y adaptarse. En toda relación hay un proceso de adaptación cada vez que nos ajustamos a las demandas y la dinámica del nuevo vínculo. Se trata del dar y recibir mutuamente de toda la vida, que enriquece nuestras perspectivas vitales y la relación. Mientras que, lo de ceder hasta el punto de dejarse la esencia en una relación no es el patrón saludable a seguir y, por tanto, no debería ser negociable ni cuando ambos miembros de la pareja se ponen de acuerdo en ello. Una relación saludable debe reforzar la autoestima y la seguridad en la individualidad de cada cual”.
¿Por qué terminamos por parecernos a nuestra pareja?
¿Sabías que existe un razón biológica por la que nos gusten las personas que se nos parecen y por la que nuestros similares en cuestiones genéticas nos atraen? Cuanto más similares seamos, más sensación de familiaridad experimentaremos, por lo que la confianza despertará. María Mavji añade más motivos. “Las personas que viven mucho tiempo juntas terminan pareciéndose físicamente debido a que la personalidad marca nuestras facciones faciales, pero también porque el compartir experiencias y maneras de vivir termina definiendo nuestros rasgos del mismo modo. De esta manera, la semejanza física es una de las pistas que nos da la biología para decirnos que es probable que también haya una semejanza genética. Que tal o cual persona nos resulte atractiva puede significar, desde el punto de vista evolutivo, que se trata de alguien con quien puedo construir un mundo en común porque compartimos valores, creencias y otras tantas cosas de valor en el mundo interpersonal”, asegura.
Silvia Congost opina al respecto. “Nos sentimos cómodos con los semejantes. Tanto a nivel de valores como de costumbres, como de comportamientos, como de actitudes, de educación y de estilo. Cuanto más vayamos sintonizando, más cómodos nos sentiremos siempre que, eso sí, esa sintonización/cambios/adaptación se dé de forma totalmente natural y espontánea, nunca forzada ni obligada por uno de los dos”, aclara.
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¿Qué ocurre en caso de ruptura?
No queremos ser agoreras, pero en el caso de que Kourtney y Travis rompan… ¿Abandonará la mayor de las Kardashian su andadura gótica? ¿Dejaría atrás Chrishell su estética ‘tomboy’ y volvería a convertirse en toda una Barbie sensual? Es decir… ¿Qué ocurre cuando las parejas se rompen tras haberse mimetizado? Los expertos de TherapyChat comienzan. “Tras toda ruptura, se inicia un proceso de duelo normal, esperable, saludable y, con suerte, proporcional a las características de esa relación. Por ejemplo, es probable que lleve un poco más de tiempo reponerse tras la ruptura de una relación de cinco años de convivencia y quizá hasta con hijos, que de un vínculo amoroso de meses del que no ha surgido descendencia. Por otro lado, es normal sentir que, junto con la pérdida de la persona en cuestión, vamos a “perder” también ese plan de vida juntos, esas formas cotidianas y particulares con las que le decíamos al mundo que estábamos unidos. Nos tocará despedirnos de todo ese “código” que hemos creado y compartido con esa pareja o bien, por qué no, reciclarlo para un próximo vínculo ya que, en definitiva, se trata de aprendizajes y evolución”, comentan.
Aclaran, eso sí, que el duelo puede volverse patológico cuando el tipo de vínculo así lo era, es decir, en aquellos casos en los que la identidad fue hipotecada para preservar la relación. “En estas circunstancias lo aconsejable es tomarse el tiempo necesario para reparar el menoscabo sufrido a la propia identidad. Ser responsables pero compasivos con nuestros errores de cara a establecer un aprendizaje para futuras relaciones. No vale culpar o culparse solamente, pues es necesaria una vuelta más de tuerca en este asunto. Para ello se hace necesario establecer ciertos límites que no deberán ser traspasados si es que buscamos una relación emocionalmente madura”, explican.
Ante la ruptura… ¿Se construye una nueva identidad, se «fagocita» la de la siguiente, se cae en un vacío en el que no se sabe ya quién es realmente? “Normalmente, cuando uno ha cambiado de estilo o forma de ser a raíz de estar en una relación de pareja y se ha ido adaptando a la otra persona, cuando acaba la relación suelen pasar dos cosas: si se siente cómodo/a con esos cambios y los ha incorporado por completo, seguirá así con esa mejora y se mantendrá de esa forma; en el caso de que esa persona sienta que ha cambiado para encajar con su anterior pareja, al cortarla veremos que en muy poco tiempo vuelve a su personalidad, estilo y forma de vida previas a la de esa relación. En una futura relación, puede o no volver a cambiar. No tiene por qué”, opina Silvia Congost para finalizar.