Sé que muchos de ustedes van a coincidir conmigo, principalmente los que tenemos familia con hijos, estar un día o un par de días solo es lo más sabroso del mundo, se siente una paz indescriptible y unas ganas que se prolongue (jejejeje). Eso no es ser mala madre o padre, es sencillamente que el manual de los buenos padres no existe y a veces la crianza abruma, aunque se tengas ayuda ya sea de tu mamá o de alguna nana, igual abruma.
Por Oris Palacios – @cuarentidiva
Muchas veces yo dije “me he dado cuenta que soy medio ermitaña y me gusta mi soledad con un buen libro y cositas ricas de comer y beber soy feliz”. Hasta que llegó la pandemia y removió todos mis paradigmas.
Creo que a todos nos pasa que ni en un millón de años hubiésemos imaginado si quiera que íbamos a vivir algo tan fuerte como esto.
Pero lo cierto es que lo estamos viviendo y yo siempre ultra observadora y meditabunda rápidamente me di cuenta que no todo mundo lo ha asimilado igual.
Hay países como mi bello Panamá, en los que las autoridades tomaron cartas en el asunto bastante temprano, y aunque no todo mundo esté de acuerdo, tanto dentro como fuera del país, lo cual es imposible, las medidas han rendido sus frutos y no hemos llegado a los terribles casos de colpaso de hospitales como en Italia y España.
De modo que mi actitud ante la pandemia con su consecuente cuarentena ha sido de agradecimiento porque estoy viva, estoy sana y lo más importante de mi vida está conmigo (mi marido, mis hijos, mis mascotas y comunicación continua con mis padres, hermanos y gente que amo). Por supuesto comida para los tres golpes del día; no necesitamos más; siempre que se desesperan les digo: “¿qué es mejor?. Esto o la unidad de cuidados intensivos o la cárcel?»
Aquí estamos reyes, tenemos tecnología, entretenimiento 24/7 y la comodidad de nuestro hogar, no quiero ni saber si esto hubiese ocurrido en los años 80’s ó 90’s cuando no había NADA, de a malas 2 canales locales y no todo mundo contaba con cable. Hay cientos de miles de personas que no tienen ni la mitad, enseguida todos en casa quedan a tono y felices, el confinamiento a ratos ahoga pero lo hemos podido manejar muy bien. Vivimos un día a la vez.
Sin embargo, en una entrevista que me hicieron hace un par de semanas, al final una chica abre micrófono y me dijo algo que me hizo meditar muchísimo. Ella me decía, que entendía perfectamente lo de vivir un día a la vez, pero que al menos yo tenía vida agitada, que a veces estar acompañado aunque sea para discutir es necesario. Ella se encuentra sola en su apartamento, antes iba a trabajar y en la tarde iba a hacer algún mandado y luego en la noche hacía planes con amigos para salir a tomar algo o ir al cine y así, por esa razón nunca sentía soledad, dado que llegaba a casa solo a corregir y planear (porque es maestra) y a dormir, además de que eventualmente recibía visitas de familia o amigos.
Todo cambió cuando observó que sus clases con niños chiquitos, para acabar de rematar, era todo un reto por vía web y cuando pasan las agotadoras clases queda sola y en silencio a todas horas en su casa, no tiene novio ni esposo, y todo es a través de una pantalla con la gente que estima y quiere.
Tengo gran facilidad para ponerme en los zapatos de alguien y pensé “Dios mio, yo me estuviese trepando por las paredes”, aunque muchos digamos que amamos la soledad, puede ser, pero no de manera tan prolongada, el contacto con otros seres humanos es necesario, prueba de ello es la cantidad de personas a quienes les ha producido depresiones severas que los han llevado a tomar malas decisiones definitivas y permanentes.
Sentirse amado, querido, necesitado, y aunque sea intercambiar el coloquial cotidiano con alguien es necesario; luego he visto a otras personas, inclusive presentadoras de tv que han manifestado públicamente que están solas, en sus apartamentos, quienes dicen en broma y en serio que en cualquier momento los cojines y los muebles les van a hablar. Debe ser totalmente desesperante, por eso muchas de esas personas esperan con ansias las horas que les toca salir, para aunque sea dar vueltas en el carro o ir a ver gente al super o a las farmacias.
Tengo que reconocer que eso de que soy full ermitaña ahora no es tan así, porque sí es verdad que anhelo momentos de soledad total solo para consentirme a mí, inclusive sin flamantisimo (mi esposo), solita yo conmigo misma; pero no creo que pudiese estar sola en un apartamento encerrada en cuarentena. Ni aunque me conectara con mil personas al día, ¿Çcuándo se apaga esa pantalla qué? Esa es una de las grandes enseñanzas personales que me está dejando la cuarentena, necesito sentirme acompañada en persona.
Admiro a todos(as) aquellos(as) que están solos y están en casa inventando cada día cómo entretenerse, cómo complacerse, cómo mantenerse firmes y aún así tranquilos sin que la psiquis le juegue una mala pasada.
No sé si es correcto lo que voy a decirles pero creo que yo hubiese llamado a alguien cercano que se mudara conmigo al menos para convivir un tiempo y le comenté eso a la muchacha, a lo que ella extrañamente me respondió que es difícil porque si no es alguien que vive contigo desde siempre en unos pocos días se crean fricciones y discusiones a veces por tonterías porque las personas que viven solas tienen todo a su gusto y preferencia, ese es su espacio y lo hacen respetar de una manera egoísta, eso también lo entiendo. ¿Pero y entonces cómo se hace?
Solo cada quien sabe como puede y hasta donde llegar a solas en confinamiento; siempre hay un roto para un descosido, a las finales quizás conozcan al amor de su vida via web y en plena pandemia, ese podría ser un regalo de la vida, como el del chico de New York que se enamoró de una muchacha que subía a bailar a su azotea todos los días. La vida es loca loca loca y a veces la realidad supera la ficción. Solo queda esperar a ver que trae esta cuarentena en solitario.