Sin importar que tan exitosa seas, todas en algún momento sufrimos de este síndrome. Más del 70% de la población (sobre todo mujeres) presentan algún síntoma en algún punto de su vida laboral.
Cuando tomé la decisión de crear mi marca personal, como creadora de contenidos y asesora para emprendedores en marketing digital , fue muy enserio. Me capacité, tuve asesorías y ejecuté cada paso que requiere armarla. Sentía que era el momento, tenía todo el potencial para hacerlo, inclusive las pocas personas que sabían del paso que iba a dar y lo que significaba para mí a nivel profesional, me motivaban hacerlo.
Por Nathalia Chacón – @soyvidaybelleza
En ese momento no entendía y no sabía porque no terminaba de aventarme a iniciar con ese proyecto. En mi cabeza empezaba a pensar que tal vez no iba a lograr buenos resultados, obviamente no lo digo de una forma negativa pero sentía que no sabía lo suficiente y que las personas pensarían que yo era un “fraude”.
Después de investigar y de leer sobre el tema, descubrí que muchos emprendedores entramos en algo que se llama “Síndrome del Impostor”, que no es lo mismo de miedo escénico. Y es cuando pensamos que porque estamos recién graduados de la universidad o cambiamos de carrera o que tal vez estamos iniciando en un rubro, no tenemos el conocimiento suficiente para venderlo o comunicarlo. Este síndrome se manifiesta por lo general en personas que son muy exigentes con sí mismo y en su mayoría son mujeres.
Un buen día un amigo me contactó para pedirme apoyo en brindarle una asesoría a un cliente con la intención de potencializar su marca en redes sociales. Yo pensaba ¿por qué yo voy asesorar a personas cuando no sé mucho del tema?; yo solo comparto porque me apasiona y porque me gusta, moría de pánico. Venían a mi cabeza pensamientos como: ¿qué ven en mí, que piensan que yo puedo dar una asesoría?
Al día siguiente mi amigo me llama y como amanecí de buen humor le dije que sí y fuimos juntos a dar esa asesoría.
Resulta que el cliente quedó muy contento y fue allí que me di cuenta que nada de lo que yo le decía ya él lo sabía. Lo que me pasaba era que como estaba todos los días metida en el tema de las redes sociales creando contenidos, entonces ya todo era muy familiar para mí, pensaba que esto lo hacía y sabía todo el mundo, vivía preguntándome ¿qué de nuevo puede tener lo que yo sé?
Ese síndrome del impostor me tenía cegada, pero en ese momento me di cuenta que el conocimiento es como una escalera, existen personas que están en el último escalón y que saben mucho porque han tenido una larga experiencia o porque han trabajado con empresas muy grandes y que tal vez yo estaba en los primeros escalones o en la mitad, pero que detrás de mí había gente que veían en mí que les podía compartir mis conocimientos y que los necesitaban.
Entendí en que si eres bueno, y no necesariamente el mejor pero sabes cual es tu pasión trata de que no te invada el Síndrome del Impostor para que empieces a ver tu emprendimiento o proyecto como un negocio y poder monetizar eso que te hace feliz, enfocándote en proporcionar valor.
Así que cuando di con el clavo, sin pensarlo me lance a mi emprendimiento donde puedo combinar lo que sé y lo que me apasiona que es el marketing digital con promover salud, bienestar y cuidado de la piel.
Ahora te propongo a que me cuentes si alguna vez experimentaste este síndrome del impostor, ¿cómo lo superaste?
Puedes también contactarme para seguir conversando sobre el tema en mis redes sociales @soyvidaybelleza
¡Te mando un abrazo gigantón!
